Estamos en abril y es inevitable pensar en la feria de Sevilla. El origen se remonta al año 1846, cuando se propuso la realización de una feria ganadera y agrícola como se hacía en algunas localidades como Carmona y Mairena del Alcor. La primera feria se celebró entre el 18 y el 20 de abril de 1847, en el Prado de San Sebastián. Con marcado carácter mercantil, la buena aceptación por parte de los sevillanos hizo que poco a poco ésta se convirtiera en algo social, uniéndose a la creación de otras ferias comerciales en la ciudad. Por lo que desde principios del siglo XX la Feria de Sevilla se convierte en una fiesta lúdica, perdiendo el origen mercantil con el que había surgido.
Como su nombre indica el evento es en el mes de abril, aunque en algunas ocasiones se ha celebrado en mayo, ya que viene marcada por la Semana Santa, estando establecidas entre una y dos semanas de separación entre ambas.
En 1949 se instaló la primera portada tal y como la conocemos hoy en la Avenida del Cid. Y es en 1973 cuando se fija la celebración en el barrio de Los Remedios. Cada año la portada cambia de diseño, inspirándose en la propia ciudad y su historia. El “Alumbrao” es lo que da comienzo a la Feria de Abril, cuando el alcalde enciende la portada con sus 24000 bombillas y poco a poco se va iluminando el Real por completo. Al alumbrao le precede la “noche del pescaito”, donde los sevillanos se reúnen en sus casetas con sus familiares y cenan el tradicional pescaito frito con fino o rebujito, que desde hace dos años se viene realizando la noche del sábado al domingo. Aunque hay casetas públicas, la mayoría son privadas, no estando permitido el acceso a las mismas salvo con invitación o acompañado por un socio. Actualmente la feria cuenta con 1040 casetas, todas reguladas para que mantengan la misma estructura, tamaño, fondo y color de las lonas.
Los toros han estado asociados a la Feria desde su origen, de hecho, las calles del Real tienen nombres de ilustres toreros sevillanos como Antonio Bienvenida o Juan Belmonte.
Al colorido de las casetas y los farolillos le acompaña los coches de caballos, engalanados para la ocasión. La vestimenta típica para las mujeres es el traje de gitana, tanto para el día como para la noche, mientras que el hombre va con la indumentaria campera tradicional. La chaqueta es algo que no puede faltar para aquel que va a visitar el Real. Hasta los más jóvenes se visten de chaqueta para la ocasión.
Y lo que no falta es la diversión para los más pequeños y no tan pequeños: los cacharritos, que se instalan en la llamada calle del Infierno, y que es un parque de atracciones provisional.
Una semana donde la ciudad de Sevilla se paraliza, se llena de color, de baile, de olor a azahar, y que culminará con un espectáculo de fuegos artificiales que darán por concluida la feria hasta el próximo año.