Cuando una persona decide alquilar una vivienda o local lo que pretende fundamentalmente es obtener unos ingresos extras y dar salida a un bien que posee. Pero esto en algunos casos se convierte en una pesadilla en el momento en que empieza a cumplirse el mayor temor de todo propietario: EL IMPAGO.
Es importante saber que el propietario puede y tiene derecho a presentar una demanda tras el primer mes de impago, sin tener que esperar a que se acumulen más mensualidades. Sin embargo,lo más cómodo y ágil, es intentar llegar a un acuerdo amistoso. La vía para proceder es reclamar al inquilino la cantidad adeudada y fijar un plazo para saldarla. Esta reclamación se puede hacer a través de burofax, telegrama o aviso notarial, siendo conveniente dejar constancia por escrito.
Si no se llega al acuerdo el siguiente paso es el DESAHUCIO, para lo que es necesario contar con un abogado especialista y un procurador. Este proceso es largo, contar con un buen profesional es fundamental. La finalidad es que se pague y en el caso de no conseguir este punto, el desahucio del inquilino. Aquí empieza la procesión. Lo normal es demanda en el juzgado de primera instancia y notificación. Y esperar: ¿pagará el inquilino o no? ¿Desahucio voluntario o forzoso?
Pero, ¿qué pasa hasta que se consigue desalojar la vivienda? El propietario no puede acceder a ella y se ve impotente e indefenso ante un sistema, que por desgracia, va muy lento. El cómo estará su casa/local es una gran preocupación para ellos. Afortunadamente cada vez son más conocidos los seguros de alquiler, que van a garantizar al propietario, por un lado el pago de esas rentas por adelantado hasta que se produzca el desahucio y recupere su vivienda; la reclamación de los posibles actos vandálicos que haya sufrido su vivienda, y la defensa jurídica completa, sin tener que abonar tasas de abogado y procurador. El haber comprobado la solvencia del inquilino antes de firmar el contrato de arrendamiento es fundamental, y merece la pena esperar que llegue el inquilino idóneo antes de precipitarse ante la idea de no conseguir el alquiler.
La intención de pago no lo puede medir ni valorar ningún estudio de solvencia, por lo que el tomar medidas es cada vez algo indispensable para un propietario.