Que el distanciamiento social o físico sea una de las mejores medidas para combatir el virus COVID-19 es un hecho. Esta medida, que ha llevado a que un tercio de la población mundial haya quedado confinada en sus casas, ha tenido un gran beneficio para la salud, desacelerando la propagación de éste.
Una vez contenida su propagación, y siendo conscientes de los beneficios de esta medida ha supuesto para salvar vidas, hay que empezar a valorar las consecuencias que esta crisis sanitaria ha provocado. El daño causado en la economía es una realidad y las secuelas en algunos sectores muy graves, no siendo posible una recuperación a corto plazo. Los más optimistas ven la luz en 2022. El coste para la sociedad hasta que no haya terminado la pandemia no se va a poder calcular, pero va a ser elevado.
Lo que se ha demostrado es la necesidad de reforzar y unificar los criterios a seguir. La rápida propagación de este virus ha puesto en cuestión la capacidad de distintos organismos y países de hacer frente a una epidemia y demuestran la necesidad de reforzar el sistema sanitario para futuras enfermedades.

Pero una vez controlada la pandemia, la crisis del coronavirus pasa a un segundo plano, dando paso al empleo como principal preocupación de la sociedad. La pérdida del trabajo, en sectores tan castigados como el sector servicios, ha hecho que una vez iniciada las restricciones de confinamiento muchos se encuentren con otro problema: salir de la crisis económica.
El virus ha venido para quedarse por ello no se descartan medidas de distanciamiento cuando surjan nuevos brotes. Por eso la desescalada tiene que ser lenta y programada, para ir viendo los efectos a corto plazo y poner medidas de manera inmediata. La vuelta al trabajo de las personas debe ser segura, pero también necesaria para que la economía vuelva a funcionar después del parón sufrido.
Por ello se han establecido una serie de criterios para levantar el bloqueo y dar los primeros pasos para volver a la “normalidad” como son asegurar que la transmisión de la enfermedad esté controlada y que los sistemas de salud tengan la capacidad de detectar, confirmar, aislar y tratar cada caso que localicen.

La recuperación será más rápida si se controlan las medidas socioeconómicas, evitando el sobreproteccionismo. La caída de la economía en los dos primeros trimestres no se ha vivido desde hace mucho tiempo. Hay que buscar soluciones y querer salir, poniendo todo de nuestra parte.
Es importante recuperar la confianza. La actitud de los ciudadanos es vital para este factor, al igual que la capacidad de consumo, de viajar y de endeudarse, y todavía es pronto para analizar el alcance. Si bien nos tiene que servir para pensar en el futuro y salir más reforzados si volvemos a sufrir una crisis similar.

En lo que coinciden todos los expertos en economía es que el turismo va a ser de los sectores que más tarden en recuperarse, haciendo mella en las zonas de turismo masivo. Por otro lado, el turismo rural y de naturaleza va a salir reforzado al contar como principal reclamo primera medida para combatir el virus, el aislamiento.
A largo plazo se augura una caída de la natalidad y de flujos migratorios, relacionados con la capacidad económica de las familias y con la oferta laboral, que se van a ralentizar.
La forma de vida y de ver la vida ha cambiado y para muchos nada volverá a ser igual.